Depende del tipo de grafiti. Desde luego, si es el típico que ensucia una pared o la persiana de un negocio con pintadas que no tienen sentido, hechas por meros adolescentes sin talento, entonces para mí no es arte en absoluto. Pero a veces voy por la calle y veo verdaderas maravillas; por ejemplo, en las persianas de muchos negocios, donde el grafiti ilustra la profesión de la persona que trabaja allí. O también, en algunos barrios se han convertido en un reclamo para generar rutas turísticas por su belleza y abundancia.
Además, yo personalmente valoro el esfuerzo de pintar con botes y aerosoles que para nada nos permiten ser precisos, pero que ellos, los grafiteros dominan a la perfección generando volumen y otros efectos.